La narración se centra en la confrontación de distintos sectores económicos. Los agricultores acusan a la empresa del ferrocarril, de propiedad británica, de dificultarles el transporte de su producción y ser cómplices de los acopiadores de granos. Estos últimos son reprochados por comprarles los cereales a bajo precio, para luego revenderlos a los exportadores e industriales, obteniendo sin riesgo una ganancia desproporcionada por la mera intermediación. Por otra parte, la construcción de nuevas carreteras, que corren paralelas a las vías, alientan el trasporte de carga por camión en competencia con el ferrocarril, con el efecto de abaratar costos.