Monte Walsh siempre fue un buen vaquero y ni sabe, ni quiere hacer otra cosa en la vida. La inminente llegada del siglo XX, con la llegada del ferrocarril, las compañías que compran ranchos y las nuevas tecnologías, ponen las cosas difíciles para los vaqueros tradicionales, que no encuentran trabajo. A pesar de las dificultades, Monte sigue fiel a sus creencias y no deja de ser vaquero.